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domingo, 26 de octubre de 2008

Leyenda del Pirineo 2: Casada y viuda en un mismo día

La bella Gabrielle, una rica hacendada, se levantó aquella mañana con esa alegría incontenible de las novias que van a casarse enamoradas.
Pierre se llamaba el galán y, además de poseer una inmensa fortuna, era apuesto y simpático.
La ceremónia se celebró por la mañana, en la iglesia del pueblo. Todo correspondía al elevado rango social de los contrayentes.
-Gabrielle de Loitegi -habló el oficiante-, ¿quieres por esposo a Pierre de Irigaray?
-¡Sí, quiero!
Y la mejor de las glorias embargó por completo a la novia. Ya estaba unida a su hombre, tal y como había dicho el oficiante, ''hasta que la muerte hos separe''.
A la salida, todos los invitados arrojaron una lluvia floral sobre los recien casados. Alguno, a modo de regalo, le ofreció las flores en mano. Como aquella joven y bella muchacha, desconocida para la novia, qué colocó entre las manos de su reciente esposo un precioso ramo. Pero hubo algo, a pesar de las apariencias, que provocó un estremecimiento en Gabrielle. Algo en la mirada de la joven que a ella se le antojó perverso, al entregar el ramo al novio. Y el ligero temblor de este y el desviar de su mirada al recogerlo.
Pero la fiesta continuócon el devenir propio de tales acontecimientos, la novia no tuvo tiempo de darle más vueltas al asunto.
Aunque al caer la tarde no todos lo invitados habían abandonado la casa, la impaciente pareja se escaqueó a su alcoba nupcial.
Tumbados sobre el amplio lecho todo era propicio para la consumación del matrimonio. Más esta, para desconsuelo de Gabrielle, nunca llegaría a producirse. Porque Pierre, antes de poseerla maritalmente, echo mano distraídamente de uno de los ramos que adornaban la estancia. Precisamente aquel ramo que le había dado la joven desconocida.
Aspiró el aroma, pero no pudo elogiar su fragancia, pues se le quebró la voz en la garganta al intentarlo. Cayó sin fuerzas sobre la cama. La mirada extraviada.
-¡¿Qué tienes, esposo mío?! -inquirió Gabrielle con el corazón en un puño.
-¡Estoy perdido! -exclamó Pierre agonizando- ¡Las flores estan envenenadas! No imaginas lo mucho que me duele tener que confesártelo. Pero has de saber que, sin que nadie lo advirtiese, durante años tuve una amante. De noche entraba por la ventana y, en esta misma cama, nos compotábamos como marido y mujer. Hasta que, al conocerte a ti y prometerme en matrimonio, la abandoné, no sin cierto remordimiento. Ella entonces juró venganzá... ¡Y hoy se ha vengado!
-¿Era la joven que te entregó las flores?
-Ella era... ¡Perdóname!
Y en aquel momento exaló su último aliento.
Gabrielle, no queriendo aceptar la verdad, sonrrió como una lunática y exclamó:
-¡No puedes abandonarme enla noche de bodas! ¡Levanta la cabeza y consuma nuestra union!
Y, mientras lo decía, desnudaba el cadáver de su esposo y ella misma. Se abrazaba con frenética ansiedad al cuerpo inmóvil.
Entre risas y sollozos, la infeliz Gabrielle se prometió a si misma:
-No dejaré que me abandones, no consentiré que una fría tumba oculte este cuerpo que tanto amo. Aunque todos lloren, seguirás vivo para mí.
Así fue. En público Gabrielle lloró desconsolada la muerte de su esposo. Pero sonrió triunfalmente cuando todo el mundo se hubo marchado tras gemir con mecánico estribillo:
-Pobre niña, casada y viuda en un mismo día.
Esa misma noche, con ayuda de una herbolaria con fama de bruja, a quién la viuda tomó como sirvienta, exhumó el cadáver y lo trasladó a su alcoba.
Siguiendo los consejos de la herbolaria, durante el día dejaba el cuerpo sobre la frialdad de las losas del suelo. Por la noche, en cambio, lo acunaba entre sus brazos como a un muñeco, o se entregaba a las más lúbricas fantasías. Y los viernes, día mágico por excelencia, lo lavaba con agua milagrosa, aromatizada con limón, y lo frotaba con un ungüento prodigioso cuya fórmula tan solo la malfamada sirvienta conocía.
Así lo conservó intacto durante siete años. Y, a su modo, cohabitando con el cadáver, Gabrielle era feliz.
Mas, pasado ese tiempo,enfriada su pasión al conocer a otro galán, Gabrielle finalmente restituyó a su tumba al primero y contrajo nupcias con el segundo.

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