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martes, 19 de julio de 2011

Miradla, el viento contra su rostro...

Camina a paso ligero pero sin prisa alguna. Se deleita con el viento fresco en su piel, quizás más bien frío, es posible que se resfríe en tirantes como va, pero no le importa, siempre le ha gustado el viento... De pequeña imaginaba que susurraba cosas incomprensibles que era su deber descifrar, otras que los árboles que se mecían a su son en verdad se inclinaban ante ella, saludándola en murmullos. Casi le entran ganas de devolverles el saludo con una reverencia como hacía en aquel entonces, cuando todo lo que supone ahora su presente le parecía tan lejano, enigmático y fantasioso...
Está a punto de cruzar el paso de cebra cuando se percata de que está en rojo, enrojece como un tomate, no porque no suela cruzar en rojo, más bien por la mirada que la conductora que pasa frente a ella le lanza. Esa es una de las cosas en las que no ha cambiado mucho, abstraída en sus pensamientos se distancia del resto del mundo, pero ahora sus pensamientos son tal vez más felices que los que pudiesen consumirla en aquel entonces.
Se siente feliz, temeraria exploradora de aquello que desconocía fuera de sus libros.
Los libros... una puerta más para escapar del mundo real, otra diferencia con su yo de ahora. Los libros siguen extasiándola, pero ya no huye de nada, la realidad cada vez le gusta más... Por supuesto que su vida no es perfecta, nunca lo ha sido y nunca lo será, como cualquier otra vida de cualquier otra persona, pero ahora le gusta más que antes...
Juega a descifrar qué aromas le trae el viento que le revuelve aún más su ya de por sí enredado cabello suelto. Por supuesto que jamás logrará averiguar todos los olores que este lleva consigo...
Siempre le han gustado los aromas, le gustan los perfumes y los brillos de labios con aromas, aunque rara vez los use, le gusta simplemente olerlos...
Miradla, sonrojándose de nuevo y sonriendo tontamente.
También le gusta cómo huelen algunas personas, ya sea por su perfume o el champú que usa... Hay gente que parece oler bien de forma natural, ¿por qué será?
Quizás un perro pudiese contestar a eso... si pudiese hablar.
Se sonroja más si cabe, pues no puede evitar pensar en una persona en concreto... También le gusta su aroma.
Siente el impulso de cerrar los ojos cuando el viento se alza nuevamente sobre ella.
También le gustan las mariposas... En esos momentos tiene la sensación de que en cualquier momento alguna se desprenderá mágicamente de su piel, casi puede sentir el cosquilleo que produce el suave aleteo en su intento por escapar...
Miradla, probablemente en cuanto llegue a su casa se ponga a escribir sobre los delirios en los que se haya su mente perdida mientras camina de cara al viento, sonriendo como una tonta, aunque una tonta feliz, y pensando, por una vez, en personas y sucesos reales que bien podrían ser fruto de su imaginación, pero que son tan ciertos como la sensación del viento en su rostro... como la sensación de mil mariposas surcando su ser, sus entrañas, como describiría uno de esos libros que tantas veces ha devorado.
                                                                       

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